Una de las cosas que ha traído la pandemia del coronavirus ha sido el éxodo del mundo urbano tras la crisis sanitaria. Esto se corresponde con la búsqueda por parte de las personas de un entorno más tranquilo y menos transitado, que sirva de protección frente a la pandemia, así como un lugar para descansar durante unos días en el confinamiento.
Es por ello por lo que durante este año se ha multiplicado la afluencia de ciudadanos del entorno urbano en el medio rural. Muchas personas se han ido a sus segundas residencias, otras han viajado a sus pueblos. Muchas personas han visto la oportunidad para cambiar su entorno laboral, así como pasar la pandemia en un entorno diferente y más seguro.
Es conveniente resaltar que no por ello las personas cambiarán su entorno de manera indefinida. Todo esto será temporal y excepcional, aunque si bien es cierto que, con el teletrabajo, la posibilidad de trabajar desde cualquier sitio ha incentivado esta gran huida del entorno urbano. El éxodo del mundo urbano ha comenzado, la vuelta a los colegios pone en jaque a muchas familias, y las zonas rurales siempre serán una alternativa más para tener en cuenta.
Uno de los aspectos más negativos de este éxodo, es que en muchos sitios dónde no había contagios, se han empezado a producir, producto de la llegada de personas de otras localidades. La intensidad de este éxodo dependerá del tiempo que dure la crisis sanitaria y la pandemia. Otro de los aspectos a los que allegados se han tenido que enfrentar es a la falta de internet y redes de alta velocidad. Vivir en zonas rurales tiene sus aspectos positivos, pero también sus inconvenientes.
En definitiva, este incremento de la afluencia en los entornos rurales se mantendrá hasta que la crisis sanitaria y la pandemia terminen, ya que las ventajas de un entorno urbanizado no se pueden comparar con las de un entorno rural. No podemos descartar que esto no se vuelva a producir, es más, podemos asegurar que si la pandemia empeora, este éxodo se seguirá produciendo con total seguridad.
